En México, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, así como en el norte y centro de Chile las casas de adobe son aún patrimonio de muchas familias, que conservan esta tradición desde tiempos inmemoriales. Mezclar pasto seco con el barro permite una correcta aglutinación, gran resistencia a la intemperie y evita que los bloques una vez solidificados tiendan a agrietarse. Posteriormente los bloques se adhieren entre sí con barro para levantar muros. Además de económico, es un buen elemento constructivo bioclimático para entornos secos y desérticos, ya que posee una gran inercia térmica: absorbe el calor durante el día y lo expulsa en las frías noches. Por eso ha sido un material habitual de construcción en el desierto.

Antonio, viajó desde Barcelona en España, en agosto del 2013 a San Pedro de Atacama y nos comenta: “Siempre que viajo y veo construcciones y viviendas tan diferentes a las habituales de mi país pienso en cómo serán por dentro y cómo se debe vivir en ellas. Esto nos pasó al ver las casas de adobe de San Pedro de Atacama durante la preparación de nuestro viaje a Chile. Elegimos alojarnos en Terrantai y comprobar la tranquilidad y energía positiva que emanan de los materiales naturales utilizados en este tipo de construcciones. Nos pareció un lugar precioso y muy romántico. Ver asomar el campanario de la iglesia de San Pedro por encima de los muros lo convierte en un lugar mágico que siempre llevaremos en nuestro corazón. ¡¡Lástima que nos queda muy lejos!!”
Esa energía que captura el adobe se combina con el silencio del desierto, logrando un efecto tranquilizador y retrospectivo hacia los orígenes.